La historia de las abarcas menorquinas se remonta al siglo XIX, cuando los payeses de Menorca empezaron a elaborar un calzado tipo sandalia partiendo de un trozo de piel y cuero de buey cosidos a mano. Más adelante añadieron una plataforma de rueda de coche viejo a la planta de cuero consiguiendo un calzado artesano muy resistente para andar por el campo y las boyeras. En muchas ocasiones este calzado tradicional menorquí (abarcas, fraileras, espardeñas) resistía más de 10 años de duro trabajo en los campos de Menorca.
En 1920 el abuelo Llongas abrió su primera fábrica de hormas donde la totalidad del proceso de fabricación de las abarcas era artesana. En aquel tiempo nuestro emprendedor antepasado realizó una docena de pares de hormas de las tallas 35 a 46 usando trozos de madera de “faig” para crear las hormas que daban forma a estas primeras abarcas que eran de color natural y se llamaron “abarcas rústicas”.
Se considera al abuelo Llongas y al Señor Carmelo del pueblo de Mercadal como los pioneros en el maravilloso proceso de fabricar abarcas a medida. Ellos comenzaban su trabajo dibujando con lápiz y papel el pie del interesado y en un par de semanas le confeccionaban un par de abarcas adecuadas a sus medidas.
Esta búsqueda de la ergonomía y la calidad es el origen de la fabricación de las famosas abarcas en serie.
El hijo del Sr. Llongas siguió elaborando las hormas implementando tornos americanos más modernos pero que sólo torneaban un pie a la vez. Más adelante se modernizó el proceso con tornos alemanes que ya fabricaban dos hormas simultáneas y luego con la llegada de los tornos italianos se añadió precisión, rapidez y calidad.
El conjunto de las constantes mejoras en la industria de la fabricación de calzado convirtió a Menorca en un referente del calzado de calidad, llegando a tener más de 100 fabricas en funcionamiento e igualando la maestría de los zapatos italianos que eran los más famosos del mundo en ese momento.
Llegamos así a 1987 cuando el nieto Llongas innova y logra un éxito incalculable con la fabricación de la “abarca de fantasía”, diseñada en más de treinta colores y tipos diferentes de piel y nubuk.
Este crecimiento llevaría a la apertura de una tienda en el polígono de Ciutadella junto a la original fábrica de hormas Llongas y seguidamente de dos nuevas tiendas en el majestuoso puerto de Ciutadella.
Miles de pares de avarcas vendidas no interrumpieron la creatividad y el deseo de popularizar y hacer conocer mundialmente el calzado tradicional de Menorca, así que el nieto Llongas creó un llavero con un abarquita en miniatura que se regalaba con la venta de un par de abarcas… hoy en día cientos de miles de visitantes de nuestra isla se llevan como recuerdo a sus países una de estas abarcas-llavero.
En la actualidad Las abarcas se han convertido en representación de la cultura menorquina y cuentan con una con denominación de origen de Menorca que certifica la calidad y procedencia de un producto tradicional que ya se comercializa a escala global.